CORRUPCIÓN DE GRAN ESCALA
Debe quedar claro que el caso Correa es sólo la punta del iceberg de una corrupción de gran escala que abarca a otros organismos estatales que, como el caso del área de la salud pública, aún se mantiene intacta.
Los organismos de control y la Justicia están en falta por no investigar sobre la corrupción en la salud y sus responsables. Esperemos que a la brevedad se investigue y se descubran quienes son los funcionarios deshonestos para que puedan ser procesados, porque quienes están sufriendo las consecuencias de esta inacción son, justamente, quienes pertenecen a la franja social más vulnerable de nuestra sociedad.
El ministro de Salud, Dr. Adrián Pizzi, lleva casi 3 meses de mala gestión. Hasta ahora, lo único que hizo, al mejor estilo de sus jefes políticos Mario Das Neves y Graciela Di Perna, ha sido ocultar el desastre administrativo y el pésimo servicio del “NO HAY” en los hospitales.
En muchos aspectos dicho funcionario con su inacción está sirviendo a los intereses económicos de la medicina privada. Continúa autorizando el pago de 2 millones de pesos mensuales a la empresa CONEXIA S. A. por un sistema de informática que es inaplicable en los hospitales de nuestra provincia.
También se sigue autorizando el pago de un aporte extra de entre $117.000 y $149.000 mensuales a cada uno de los 23 anestesistas que trabajan en los hospitales (aparte del sueldo, que es uno de los más altos de Chubut).
Además, los cirujanos cobran guardias que no realizan. Los profesionales reciben un sueldo por un determinado régimen horario sin la exigencia de su cumplimiento.
Por otro lado, el ministro también compra medicamentos en forma desventajosa a través de intermediarios.
Todo este derroche confronta con las falencias, ya conocidas, que día a día sufren los usuarios habituales de los hospitales públicos.
Continuamos muy mal, nada se corrige, el Dr. Pizzi trata de justificar la crisis que viven los hospitales públicos a un problema económico- financiero- coyuntural, pero él mejor que nadie conoce que responde a la corrupción sistemática y al manejo inadecuado de los recursos.
Sobre el ministro de Salud recae la responsabilidad de dar el giro necesario para comenzar a generar respuestas a las necesidades de la población, para ello, cuenta con un recurso humano, infraestructura y presupuesto formidable, pero deberá desmantelar la trama corrupta y, si no es capaz de hacerlo, debería dar un paso al costado.
“Con autoridades enfermas de poder y sin capacidad para manejar la salud no habrá nunca un pueblo sano”, Dr. Ramón Castillo.
Debe quedar claro que el caso Correa es sólo la punta del iceberg de una corrupción de gran escala que abarca a otros organismos estatales que, como el caso del área de la salud pública, aún se mantiene intacta.
Los organismos de control y la Justicia están en falta por no investigar sobre la corrupción en la salud y sus responsables. Esperemos que a la brevedad se investigue y se descubran quienes son los funcionarios deshonestos para que puedan ser procesados, porque quienes están sufriendo las consecuencias de esta inacción son, justamente, quienes pertenecen a la franja social más vulnerable de nuestra sociedad.
El ministro de Salud, Dr. Adrián Pizzi, lleva casi 3 meses de mala gestión. Hasta ahora, lo único que hizo, al mejor estilo de sus jefes políticos Mario Das Neves y Graciela Di Perna, ha sido ocultar el desastre administrativo y el pésimo servicio del “NO HAY” en los hospitales.
En muchos aspectos dicho funcionario con su inacción está sirviendo a los intereses económicos de la medicina privada. Continúa autorizando el pago de 2 millones de pesos mensuales a la empresa CONEXIA S. A. por un sistema de informática que es inaplicable en los hospitales de nuestra provincia.
También se sigue autorizando el pago de un aporte extra de entre $117.000 y $149.000 mensuales a cada uno de los 23 anestesistas que trabajan en los hospitales (aparte del sueldo, que es uno de los más altos de Chubut).
Además, los cirujanos cobran guardias que no realizan. Los profesionales reciben un sueldo por un determinado régimen horario sin la exigencia de su cumplimiento.
Por otro lado, el ministro también compra medicamentos en forma desventajosa a través de intermediarios.
Todo este derroche confronta con las falencias, ya conocidas, que día a día sufren los usuarios habituales de los hospitales públicos.
Continuamos muy mal, nada se corrige, el Dr. Pizzi trata de justificar la crisis que viven los hospitales públicos a un problema económico- financiero- coyuntural, pero él mejor que nadie conoce que responde a la corrupción sistemática y al manejo inadecuado de los recursos.
Sobre el ministro de Salud recae la responsabilidad de dar el giro necesario para comenzar a generar respuestas a las necesidades de la población, para ello, cuenta con un recurso humano, infraestructura y presupuesto formidable, pero deberá desmantelar la trama corrupta y, si no es capaz de hacerlo, debería dar un paso al costado.
“Con autoridades enfermas de poder y sin capacidad para manejar la salud no habrá nunca un pueblo sano”, Dr. Ramón Castillo.
Dr. Fernando Urbano. Médico especialista universitario en medicina sanitaria. Presidente de la Fundación FUSSO.
Siempre clsro en sus exposiciones Dr.
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